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Siempre me he preguntado ¿por qué los seres humanos somos tan buenos para quejarnos, pero no hacemos nada para cambiar aquello que nos disgusta? Creo que si nos preocupáramos más por hacer parte de la solución y no el problema podríamos generar un verdadero cambio. Esto fue aquello que marcó mi vida como líder pues decidí que sin importar los obstáculos era hora de ayudar a mi prójimo, los niños son el diamante sin pulir que se nos encarga a nosotros como adultos, son la esperanza de corregir el mañana y son el motor de todo el desarrollo de toda nación.
Mi misión es servir, dar lo mejor de mí para que estas generaciones y las futuras sean más solidarias y cooperativas, donde ayudemos a construir un ambiente de paz y armonía con Semillas de Amor y Fe. Pero reconozco qué este trabajo no será exitoso sin manos amigas que estén igual de comprometidas con la causa, es por esto que mi equipo siempre será mi familia.
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